Por Ximena Hidalgo Ayala
Historiadora, fundadora y directora ejecutiva del Comité Internacional Galo Plaza y de su exclusivo network de empresarios y profesionales XHA Club, dedicado a promover la integración a través de historia, educación y cultura.
Desde Nueva York, ciudad increíble en la cual es posible lo inimaginable, recordamos a uno de los grandes literatos latinoamericanos, Alfredo Pareja Diezcanseco, quien llegó a esta metrópolis como canciller de su país natal, después de cincuenta años de haber vivido en ella como un humilde inmigrante.
Lo recordamos por muchas razones. Se destacó como novelista, ensayista, periodista, historiador y diplomático. Es considerado uno de los mejores y más emblemáticos renovadores de la novela latinoamericana del siglo XX. Después de la II Guerra Mundial, trabajó con Galo Plaza en proyectos educativos en todo el mundo, principalmente en América Latina.
Alfredo Pareja Diezcanseco fue parte de la intelectualidad de su tiempo y mantuvo vínculos con varias personalidades internacionales, entre ellas: John Steinbeck, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Jorge Enrique Adoum, Juan David García Bacca, John Dos Passos, Arnold Toynbee y Alvaro Mutis, entre otros.
Entre otras cosas fue presidente del Consejo Ministerial del Pacto Andino, profesor universitario en Estados Unidos en Texas, Nuevo México, Albuquerque y Puerto Rico, en Ecuador y en Costa Rica. Representante especial de Naciones Unidas para el Socorro y la Rehabilitación (UNRRA) en Washington D.C. y posteriormente en Montevideo y Buenos Aires, coordinando para los gobiernos de México, las naciones centroamericanas, Argentina, Uruguay y Paraguay.
Fue ministro de relaciones exteriores, embajador en Francia, encargado de negocios en México y delegado permanente ante la UNESCO, pero fue fundamentalmente un hombre de honor y mucha integridad. Recibió reconocimientos y honores de varias naciones.
Entre 1929 y 1974 publicó catorce novelas y adicionalmente, un libro de poesía folclórica, El Entenao (1991); uno de historias cortas, Los Gorgojos (1954); once ensayos y libros de historia; dos libros biográficos: La hoguera bárbara (1944) y Vida y leyenda de Miguel de Santiago (1952); sus obras son parte de dos antologías: El nuevo relato ecuatoriano (1951) y Antología básica del cuento ecuatoriano (1998). Su artículo "Juan Montalvo (1832-1889)" es parte del Volumen 1 de Latin American Writers, 3 volúmenes, editado por Charles Scribner's Sons de Nueva York.
Rendimos homenaje a uno de los más fervientes demócratas de América Latina, promotor de la integración, la paz, la educación y los Derechos Humanos. Alfredo Pareja Diezcanseco con su pluma, libró una frontal y permanente batalla contra las inequidades sociales, denunciandolas en sus obras, criticando en ellas la corrupción política de los poderosos de turno y las injusticias, tumores malignos de la sociedad.
En las gráficas Alfredo Pareja Diezcansecon con su retrato autoría del maestro Oswaldo Guayasamín, quien aparece sentado al centro, entre Don Alfredo y su buen amigo Benjamín Carrión, fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y ganador del Premio Nacional Benito Juárez. El pintor junto a sus amigos y sus respectivos retratos, brindando.
ALFREDO PAREJA Y YO
Inicialmente conocí a Don Alfredo Pareja Diezcanseco a través de sus libros, en la biblioteca de mi padre, quien como profesor de Literatura y Castellano incluía en sus clases al Grupo de Guayaquil. Mi padre, quien detestaba las injusticias, admiraba particularmente a este gran escritor, quien fue parte de una generación de intelectuales que elevó su voz crítica, para exponer la realidad de grupos sociales tradicionalmente marginados.
En esa época, Alfredo Pareja Diezcanseco no solo era una de las celebridades literarias más respetadas y el último integrante vivo del famoso Grupo de Guayaquil, además fue nombrado canciller por el presidente Jaime Roldós y en esa función también estuvo en la ciudad natal de Galo Plaza, quien también fue uno de los más feroces promotores del retorno de la democracia a América Latina y en esa función, -que lideró a nivel internacional-, impulsó la realización de las elecciones democráticas que llevaron a la presidencia a Jaime Roldós, en ese proceso también estuvo directamente involucrado el Dr. Pareja Diezcanseco y así lo ha plasmado en sus memorias.
Como consta en sus escritos, Alfredo Pareja no tenía amistad directa con Jaime Roldós Aguilera, pero éste, como cognotado intelectual y humanista de primer nivel, conocía bien a Don Alfredo, ya que su tío Demetrio Aguilera Malta, fue uno de los miembros fundadores del Grupo de Guayaquil y sí, -por si acaso surja la duda-, de esa estirpe de Aguileras desciende la afamada artista estadounidense Cristina Aguilera, a quien por esos vínculos, -nada modestos por cierto-, la embajada en Washington DC le otorgó el pasaporte ecuatoriano.
En la secundaria también me enseñaron sobre el famoso Grupo de Guayaquil y en casa, mi padre se aseguró de que memorice los nombres de sus integrantes: José de la Cuadra (1903-1941); Alfredo Pareja Diezcanseco (1908-1993); Demetrio Aguilera Malta (1909-1981), Joaquín Gallegos Lara (1909-1947) y Enrique Gil Gilbert (1912-1973). Gracias a ello, en un concurso de radio, llamé y di la respuesta correcta, recibiendo como premio una obra de Alfredo Pareja Diezcanseco: “Hombres sin Tiempo”, uno de los libros más bellos que he leído en toda mi vida, el cual habla de la relatividad del tiempo desde la perspectiva de un hombre encarcelado. El destino puso en mis manos ese libro tan especial, pero al leerlo sentí un impulso especial.
CON EL DESTINO A MI FAVOR
Siendo uno de los grandes literatos vivos del momento, traté de lograr un autógrafo del autor y conseguí la dirección del domicilio de Don Alfredo, quien desde hace tiempo radicaba en Quito. Con mi uniforme de colegiala y con solo quince años de edad, llegué al domicilio del célebre escritor y toqué el timbre que indicaba su nombre y pregunté por él.
Quien me contestó le informó que le buscaban y me respondió por el mismo medio. Recuerdo que le dije: “Doctor buenas tardes, me llamo Ximena Hidalgo, soy estudiante del colegio, tengo un libro suyo y me gustaría tener su autógrafo”. A lo que me respondió: “Yo ya no estoy para esas cosas” y colgó el intercomunicador.
Eso no mermó mi admiración, comprendí que estaba jubilado y en una edad avanzada que requería reposo. Pero cuando uno tiene una misión que cumplir, no hace falta afanarse. Todo llega en su momento y el destino coloca todo en su lugar.
En 1992 y después de tres días de viajar hasta San Bartolo para rendir pruebas de todo tipo, gané en concurso de merecimientos el cargo como funcionaria del Centro de Documentación y Relaciones Públicas del Diario El Comercio de Quito, fundado en 1906, año del nacimiento de don Galo Plaza, quien de una u otra forma ha estado presente en mi vida.
Fue entonces que, -siendo aún estudiante de historia-, y precisamente por ello, el periódico me seleccionó para coordinar los suplementos conmemorativos de los 500 Años de la llegada de Colón a América.
En esa función, tuve la oportunidad de trabajar con varios de los más connotados historiadores y académicos, parte del célebre comité editorial del periódico, entre ellos Don Alfredo Pareja Diezcanseco.
Para que asista a la primera reunión organizativa para la publicación del suplemento y como coordinadora del mismo, debí ir a retirar de su domicilio a Don Alfredo Pareja Diezcanseco, quien ya estaba en sus ochenta años y utilizaba bastón.
Volví a tocar su timbre y me indicaron que Don Alfredo ya bajaba. Bajó lentamente, muy elegante, muy sobrio,. Me presenté y le dije que era la coordinadora del suplemento de El Comercio y lo ayudé a subir al auto. Nos sentamos juntos en el asiento trasero y en el largo recorrido le dije: que alegría que esta vez abriera la puerta, porque hace un par de años vine como estudiante de colegio a pedirle un autógrafo y no tuve suerte. Entonces se sorprendió, -como historiador tenía una memoria formidable-, realmente no creo que hubiesen muchos estudiantes osados en irle a timbrar a su casa. Sabía que no era un invento.
Así, el destino se encargó de que Don Alfredo me conozca y creo que hasta me llegó a apreciar, ya que por asuntos de coordinación de sus artículos para los suplementos, la extensión y graficación de los mismos, etc., debí mantener contacto con él, lo cual fue mayormente por vía telefónica. Pero en una ocasión me dijo: “Ximena, no hace falta que me consulte, para cualquier artículo mío en el suplemento, tomé lo que necesite de mis libros de historia y cuando usted escriba y publique su primer libro, quiero ser yo quien escriba el prólogo.”
Los suplementos quedaron preciosos, varias fotos de sus portadas y de los artículos interiores, las tomé personalmente en archivos y colecciones históricas de la Universidad Católica y del Museo de los Jesuitas en Cotocollao. Guardo un original de todos ellos, en donde consta el nombre de Don Alfredo Pareja Diezcanseco y el mío, en cada suplemento.
Don Alfredo falleció seis meses después, el 3 de mayo de 1993. Asistí a su funeral, que se realizó en la sede del Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina CIESPAL, un organismo internacional creado por la UNESCO para promover el derecho a la comunicación, para democratizar a la sociedad a nivel regional. Nunca olvidaré la imagen de su féretro, elegante y sobrio, como era él. Acompañé su traslado al cementerio y en un soleado día de mayo en el Parque de los Recuerdos, vi como retornó a la Madre Tierra, uno de los más notables escritores y lideres intelectuales del continente.
Al cumplirse 30 años de su partida hacia la dimensión de los inmortales, le recuerdo de manera especial, sintiendo una admiración inmensa y acrecentada, le recuerdo con respetuoso cariño por demostrarme su nobleza y generosidad. Al recordarlo, agradezco al universo y a la vida por el honor de haberle conocido personalmente.
Sus novelas, inscritas en el realismo social, describen condiciones de grupos tradicionalmente marginados, negros, indios, mujeres, campesinos, obreros, encarcelados. Sus vivencias personales fueron la inspiración de sus obras, porque hay experiencias de la vida que marcan al ser humano y la obra de Alfredo Pareja Diezcanseco es muestra de ello.
Fue testigo de la Masacre Obrera del 15 de noviembre de 1922, en el cual fueron asesinados trabajadores que protestaban por el encarcelamiento de sus compañeros, con los cuales estaban en huelga, solicitando mejoras salariales y mejores condiciones laborales. Vivió la experiencia de ser inmigrante, sirvió a su patria y sirvió a valores superiores.
Los artistas, -en este caso del lenguaje escrito-, trascienden el tiempo y el espacio a través de su obra y es el caso de uno de los más prominentes escritores de América Latina, quien siempre demostró un profundo sentido de hermandad, fue un promotor de la integración a través de la educación y la cultura, por ello es muy importante recordarle y recordar su gran legado.
“Hay hechos que congregan vitalmente a una familia y son, o un nacimiento o una muerte”. Jaime Roldós
Discurso conmemorativo de los 150 años del fallecimiento del Libertador Simón Bolivar
Para leer una nota de homenaje por el centenario del nacimiento de Alfredo Pareja Diezcanseco haga click en la imagen a continuación:
Para revisar una cronologia de Alfredo Pareja Diezcanseco haga click en la imagen a continuación:
Esta publicación ha sido generosamente compartida, gracias al respaldo del prestigioso Network XHA CLUB, integrado por profesionales, empresarios y organizaciones que apoyan la investigación y promoción de la historia de los latinoamericanos en Nueva York, obra iniciada en el 2006 con el establecimiento del
Comité Internacional Galo Plaza Inc.
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