Por Ximena Hidalgo Ayala
Historiadora, Fundadora y Directora Ejecutiva del Comité Internacional Galo Plaza Inc. y su network de profesionales promotores de la Historia Latina en Nueva York XHA CLUB.
“De la tierra nacemos todos, la tierra nos cría y nos amamanta, es la madre tierra, es la Pachamama”.
Por Ximena Hidalgo-Ayala/Historian
Como la mayoría de culturas del mundo las celebraciones de otoño conmemoran el fin de una estación y están profundamente arraigadas en las culturas americanas pre-europeas, mediante costumbres que son parte de su historia vinculada a la Madre Tierra.
Llegó el otoño a Nueva York y entre los símbolos tradicionales de la temporada está el zapallo, que además es utilizado en las representaciones de Halloween, una festividad de los pueblos celtas de Europa, que se celebra la “Víspera de todos los Santos”, adoptada por la tradición cristiana para erradicar el paganismo en época del Papa Gregorio III y que, corresponde a la noche anterior al “Día de Todos los Santos” que se celebra el 1º de noviembre, previo al “Día de Difuntos” el 2 de noviembre.
En la mayoría de culturas del mundo hay celebraciones para conmemorar el fin de una temporada o estación y en el otoño coincide con los ciclos agrícolas. Uno de los principales símbolos durante el otoño en Estados Unidos y particularmente en la celebración de Halloween, son los zapallos, que en las diferentes regiones de nuestro continente tienen diferentes nombres, porque no hay un producto como ellos, que hable de la interculturalidad de las costumbres americanas, expresada en un complejo conjunto de tradiciones que incluyen también la gastronomía.
Los pueblos nativos del norte del continente, como Algonquinos, Iroquíes y los de habla Muskogean en la Costa Este y zonas boscosas, desde tiempos inmemoriales han dado gracias a los espíritus de la naturaleza por cada buena cosecha y esta práctica ha sido general entre todos estos grupos nativos en todo el territorio del actual Estados Unidos.
Estos pueblos han vivido en profunda relación con la tierra y han compartido un elevado respeto por la naturaleza, porque creen que todas las cosas sobre la tierra, -animadas e inanimadas-, están poseídas por energías o “espíritus” que pueden ayudar u obstaculizar a los seres humanos, que son parte de la naturaleza y no están fuera de ella, son parte de una “red de vida” del círculo sagrado, en el cual todas las cosas están conectadas.
Para estos pueblos, la tierra y sus criaturas no están ahí a su deseo, si el ser humano quiere sobrevivir, debe demostrar respeto, por ello agricultores, cazadores y pescadores realizan rituales y ofrendas a la Madre Tierra antes de sus faenas, que son parte del proceso que culmina con el agradecimiento por los frutos recibidos para mantener la vida.
LAS TRES HERMANAS SAGRADAS
Uno de los primeros escritos sobre la dieta de los grupos aborígenes de Norteamérica lo publicó en 1590 Thomas Harriot, relatando el encuentro, cuando Tahuansonacock o Powhatan, -como llamaron los europeos al famoso cacique-, recibió a los primeros ingleses que trataron de asentarse en la Isla Roanoke en 1584. El jefe Tahuansonacock, -padre de la conocida Pocahontas-, a finales del siglo XVI fundó la Confederación Powhatan de tribus algonquinas, asentadas en lo que actualmente es Virginia y Maryland.
En ese primer escrito ya se reconoce a las “Tres Hermanas Sagradas” que son el maíz,
frijoles y zapallo, a este último los pueblos nativo-americanos del norte le llaman pumpkin. Los nativoamericanos del norte utilizan tiras secas de calabaza para sus tejidos, llamados esteras. Los descendientes de las tribus Seminole y Miccosukee en Florida, que rehusaron a ser removidas a Oklahoma por el Acta de Remoción firmada por el Presidente Andrew Jackson en 1830, tienen entre sus platos favoritos el Pan de Zapallo, que se consume prácticamente a diario.
La evidencia arqueológica confirma que los zapallos comenzaron a cultivarse por primera vez, de manera sistemática, en Mesoamérica, hace 8.000 a 10.000 años. Del quinto milenio antes de Cristo, se encuentran restos arqueológicos en la Región Andina, donde cultivaban calabazas y utilizaban sus derivados.
En México, en áreas de mayoría indígena como Oaxaca, se llama “guayas” a la flor anaranjada del zapallo, que se la consume de diferentes formas y no es casualidad que Guayas sea el nombre de una de las provincias de la costa de Ecuador, donde varias culturas prehispánicas elaboraron vasijas de cerámica con forma de zapallo y en cuya capital, Quito, se desarrolló la cultura Cotocollao, 1.500 años antes de Cristo, en cuyos vestigios de cerámica se han encontrado semillas de zapallo.
PARTE DEL CICLO VITAL
Las culturas nativas de América, además de la cosecha también recuerdan a sus difuntos, en una práctica milenaria que permanece entre la mayoría de los pueblos aborígenes. Para los nativo-americanos, la concepción de la muerte es muy diferente a la del mundo occidental. La concepción de la muerte en el mundo y cultura andina por ejemplo, es entendida con sus características diversas, dentro de su cosmología de dualidad, que integra el mundo de los vivos con el de los muertos, igualmente en los pueblos mesoamericanos.
La idea de la muerte en las culturas americanas pre-europeas, es concebida como un evento de cambio, pero no se comprende como el fin definitivo, sino como el fin de un ciclo y como la continuación de este, guardando relación armónica con la vida. Desde que el ser humano tiene noción de la vida, también tiene conciencia de la muerte. En el siglo XV los católicos enterraban a sus muertos dentro de las iglesias para protegerlos en un campo santo.
En el Tahuantinsuyo Incaico, conformado por los actuales territorios de Ecuador, Perú, Bolivia, el sur de Colombia y parte de la actual Chile, se enterraban a los muertos en construcciones especiales llamadas chullpas. Los muertos eran preparados para su viaje a una nueva vida y dependiendo del nivel social era la forma como se los preparaba, de ello dan testimonio los diferentes enterramientos arqueológicos y la diversidad de “ajuares funerarios”.
En la majestuosidad de los cementerios incaicos por ejemplo, que se pueden apreciar en las ruinas de Sillustani en Puno, Perú, que dan cuenta de una integración positiva de la muerte en contraposición a la tenebrosidad de las iglesias cementerio del siglo XV en España, son un ejemplo de la apreciación negativa de la muerte, plasmada en muestras históricas y culturales visibles hasta nuestro tiempo.
No es casual que mientras en Europa la gente se vestía de negro y lloraba sus muertos, en la América prehispánica, sus habitantes se ponían sus mejores trajes de colores y hacían una ceremonia y fiesta para sus muertos. Está relación con la muerte sobrevive en las culturas de la región andina y mesoamericana, que se contraponen con la lógica de dolor de la cultura occidental y que se aprecia en tradiciones panamericanas de celebrar con los muertos mediante diferentes tradiciones.
TRADICION CULTURAL Y ESPIRITUAL
Reunirse entre vivos y muertos para celebrar y compartir, es una tradición bien arraigada en los pueblos nativos panamericanos. En los campos agrícolas de los Andes americanos, la siembra inicia en noviembre por lo que se pide ayuda a los espíritus. Una actividad muy común en esas fechas es la tradicional visita al cementerio, donde la gente se da cita para recibir las almas de sus muertos entre ofrendas, oraciones y música.
Uno de los objetos que utilizan los nativos para beber la chicha o la “colada morada” en el caso de Ecuador, son las cortezas de los zapallos, que en el norte del continente los nativoamericanos llaman pumpkin y en el Caribe como auyama, también como purú, sapuyo, vitoriera, anco, andaí y calabaza en el castellano europeo conocido como español. Entre sus familiares se encuentran los ayotes (del Náhuatl aayotli), que son calabacines más pequeños.
Existe una extensa variedad de zapallos de diferente tamaño forma y color, incluso el zucchini o zapallito es una de las dos variedades oriunda de América y los más grandes llegan a pesar hasta 36 kg. En el 2002 en un concurso en Manchester, Estados Unidos, se registró la calabaza mas grande que pesó 606 kilogramos.
Los tupí-guaraní, localizados en la región comprendida actualmente por Brasil, Paraguay y Argentina, también cultivaban zapallos desde tiempos pre-europeos y los utilizaban para beber la infusión de la hierba mate, en una variedad de zapallo cuya corteza, una vez cortada y secada, adquiere una característica de madera fina y suave, que además puede ser pulida o tallada. Las calabacitas para el mate actualmente se usan en Paraguay, Uruguay, Brasil y Argentina, en México estos pequeños recipientes se llaman jícaras.
La carimba es un instrumento musical de Nicaragüa y Costa Rica, cuya caja de resonancia está formada por una calabaza. Junto con el maíz y los frijoles, que también son productos de temporada, el zapallo forma parte del trío base de la alimentación de los pueblos nativo americanos y en el siglo XVI se exporta el zapallo fuera de América. En Europa fueron inicialmente se lo usó para alimentar a los animales, al igual que hasta hace poco tiempo, se usó el maíz en Estados Unidos.
BENDITO ZAPALLO
Es muy rico en fibra, minerales, potasio, magnesio, vitamina C y B, caroteno, calcio, hierro y zinc. Su nivel de betacarotenos ayudan a prevenir el daño de los radicales libres, tiene efecto diurético por su muy bajo contenido en sodio, es beneficioso en problemas de retención de líquidos, trastornos renales, cardiovasculares e hipertensión arterial.
La pulpa del zapallo contiene mucílagos, que son emoliente naturales que protegen la mucosa estomacal contra la acidez, mala digestión, pirosis, gastritis o úlcera en fase aguda y en investigaciones recientes se ha encontrado que las pepas del zapallo ayudan a la regeneración de los tejidos del páncreas, abriendo una posibilidad de cura para la diabetes.
El uso en cocina de los zapallos es ilimitado, desde sopas, salsas, panes hasta postres, además son comestibles sus flores y sus semillas, con las que en Mesoamérica los Mayas preparan una salsa que llaman “pipián”.
En la gastronomía continental americana hay una extensa variedad de recetas, incluyendo el dulce para rellenar las “guaguas” niñas o muñecas de pan, que tradicionalmente se preparan en Ecuador para celebrar el Día de los Difuntos el 2 de noviembre y que en Bolivia y Perú tienen su equivalente en las T’ant’a Wawas, palabra aymara que literalmente significa pan de ser pequeño y que representan a las personas amadas que han partido a la otra vida, que en esta parte de Andinoamérica, son colocados en los “tumpulos” o altares conmemorativos para los muertos.
A continuación una adaptación de la receta del Pie de Zapallo de Wilma Mankiller, autora, activista y ex jefe principal de la Nación Cherokee, quien ha recibido reconocimientos importantes, incluyendo la Medalla Presidencial de la Libertad y es autora del libro de cocina The Chief Cooks, en el cual dice que, a través de la cocina se mantiene junto a nosotros a los nuestros, vivos o muertos.
PUMPKIN "GELISGI" (Pie en cherokee)
Ingredientes:
1 zapallo pequeño (no de lata)
2 tazas de leche de almendras
3 huevos
1/2 taza de azúcar morena
1/4 de taza de azúcar regular
1 cucharita de canela molida
1/2 cucharita de nuez moscada
1/4 de cucharita de gengibre en polvo
1/4 de cucharita de sal
1 cucharada de maicena
2 cucharadas de jarabe de maple
1 cucharada de aceite de maíz o girasol
Preaparación
Precaliente el honor a 350 grados.
Corte el zapallo en cubos grandes, quíteles la semilla y hornéelos hasta que esté suaves, aproximadamente de 30 a 40 minutos.
Pele el zapallo ya horneado y licúelo con la leche de almendras, prendiendo y apagando, hasta conseguir una consistencia de puré y deje enfriar.
Suba la temperatura del horno a 450 grados.
Bata los huevos hasta conseguir una mezcla amarilla pálida y añada el azúcar, las especies, sal, maicena y el jarabe de maple. Incorpore esta mezcla al puré del zapallo y mezcle. Coloque la masa de pie de su preferencia en un molde de 10 pulgadas y esparza el aceite, vierta la mezcla del zapallo y hornee por diez minutos o hasta que los bordes estén dorados. Reduzca la temperatura a 350 grados y hornee hasta que esté firme por un total de 50 a 60 minutos.
Desde el inicio del otoño en Nueva York, abundan los productos de zapallo o pumpkin en mercados, tiendas y supermercados en todos los barrios de la ciudad.
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The Ecuadorean Civic Committee of New York Inc. Establecido en 1980, presidido por Oswaldo Guzmán, es la más antigua y principal organización de la comunidad ecuatoriana en Estados Unidos con base en Queens, donde organiza las principales actividades cívicas conmemorativas de la Declaración de Independencia, que incluyen el Desfile Ecuatoriano, Festival Artístico, Elección de Reina y Gala de Independencia, además de actividades filantrópicas, educativas, sociales y culturales.
Alianza Ecuatoriana Internacional Inc., Establecido en el 2012 con base en Corona, fue fundada y está dirigida por Walter Sinche. Se dedica a promover la integración de los países andinos a través de actividades educativas y está enfocada en fomentar el progreso de los latinoamericanos mediante cursos para el empoderamiento laboral, a través de educación sobre los derechos y realiza una importante labor de asistencia a los inmigrantes mediante trabajo social y filantropía.
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